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Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos.

Rayuela, capitulo 93, Julio Cortazar
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miércoles, 26 de mayo de 2010

Crónicas de otra vida (III)

El ascensor llegó al mismo tiempo que su saludo, el cual intente devolver con la misma frialdad, mientras subíamos al pequeño ascensor.

Apenas separados por unos centímetros, quedamos frente a frente. Parecía mirarme a los ojos, pero su mirada no me prestaba atención, estaba perdida quien sabe dónde. Mientras tanto, yo acomodaba mis lentes, me rascaba la cabeza y miraba para todos lados como teniendo una excusa para, de vez en cuando, mirarla directamente. Sonrió, satisfecha. Bajó del ascensor sin saludar. Me quedé unos segundos, recomponiéndome.

Nos conocíamos hace años. Al menos conocía hace años a su viejo yo, Romina Pascua. Nuestra relación, indefinible se había movido por todos los lugares posibles. Durante años fue el único amor que tuve, pero hace casi doce meses se había ido de viaje, sin previo aviso, sin decirle a nadie. Durante todo ese tiempo no hubo manera de contactarse con ella. Al volver, unos días antes de la noche perpetua, se mudó al mismo edificio donde yo tengo mi estudio. Al cruzarnos en el pasillo se presentó como si no la conociera. Dijo, como quien comenta al pasar, que ya no era Romina Pascua que era alguien nuevo, un nuevo individuo. Pero todavía no sabía quien, no tenía nombre, lo estaba buscando. No podía ser cualquier nombre, sólo uno era el adecuado.

No era una estúpida declaración de cambio, como cuando alguien dice “de ahora en más seré responsable”, no. La metamorfosis era total. Tal vez en alguien que la conociera menos hubiese notado solo un cambio superficial en su andar, en su manera de vestir. Pero yo, que la conocía cada centímetro de su cuerpo, cada rincón de su ser había cambiado, a nivel esencial y primario. Esta mujer Romina Pascua, pero seguía provocando en mi el mismo sentimiento, incluso, de alguna manera todavía con más fuerza. No hace falta decir que amaba a Romina Pascua, y que amaba a esta nueva persona. Todavía lo sigo haciendo



(sigue...)

2 comentarios:

Juana dijo...

Me gusto mucho Hernan, sobre todo porque te hace entrar en ese ascensor y viajar con ellos.
Siempre que leo algo lo veo al mismo tiempo en mi imaginacion y me gusto mucho lo que vi.

Hernan dijo...

Juana: Gracias!!
Lo que me decis es uno de los mejores halagos que uno pueda recibir! :D