El Muertero Zabaleta.
Agrimbau – Ginevra
Está vez es difícil hacer la reseña. Pasa que los autores de El muertero zabaleta, Agrimbau al guión y Ginevra en el dibujo, además de ser grandes artistas, los admiro como Maestros (sí, con M mayúscula) y amigos. Veamos que sale.
El muertero (…) es una de acción, lisa y llanamente, pero no lo digo como algo malo, todo lo contrario, con una fina capa de ciencia ficción encima, como es de esperar de parte de Diego. Los autores nos presentan una Buenos Aires anacrónica, donde la tecnología, el estilo arquitectónico y de vida siguió avanzando sin salirse de los estilos del principio del siglo XX. La ciudad Del Plata (así se llama esta versión de la capital federal) Está atestada de edificios gigantescos en estilo art deco, surcados por teleféricos que hacen el mismo oficio de nuestro subte. La 9 de julio no existe, y tampoco el obelisco. En este mundo cierto grupo de poder al que nosotros estamos acostumbrados, lo pierde completamente y pasa a la clandestinidad. Esto lo vamos descubriendo a medida que avanza la historia de Zabaleta, un muertero, el verdugo de una justicia ciega a la verdad, que ejecuta a los culpables decretados por un tiránico Ministerio de Higiene Social. Zabaleta y su compañero se ven en problemas y envueltos en una situación más grande que ellos al no cumplir con su trabajo. Y ahí me detengo, no me gusta contar mucho de las historias. Solo diré que toma giros Dan Brownescos.
De las obras de Diego para Europa es la que más me gusta (aunque me debo leer Fergus, que realizó con Pietro) al contrario que La Burbuja de Bertold y El Gran Lienzo, no pretende ser un ensayo sobre nada, ni tampoco quiere ser una denuncia social como lo es Planeta Extra. Esta obra es puro entretenimiento y no tiene nada de malo, todo lo contrario. Diego evita de esta manera el sobre exceso de homenaje aquellas obras, de grandes maestros del viejo continente, que leía (y marcaron) allá en los ’80, cuando él era joven y yo ni sabía leer (je). Eso le da soltura y lo deja ser libre, algo que solo encontramos en El campito y en El asco. Uno siente estar leyendo más a Diego y no tanto a Bilal, Moebius y otros. Por eso la siento más fresca y sincera y mucho más entretenida.
Eso sí, este libro no logra escapar al mismo problema que se repite en cada una de sus obras largas. El espacio. En este caso me parece que Agrimbau se toma mucho tiempo en introducirnos la ciudad y los personajes y en el momento en el que llega al nudo, nos da inmediatamente el desenlace (precedido por una larga, larguísima explicación que es orientada directamente al lector y no tanto al protagonista). Muchas veces me quedó pensando en que se siente mucho más cómodo con sus historia cortas de corte Formal (que pudimos ver en la Fierro) que con estas obras largas. Sólo mi impresión personal.
Una de las cosas que ayuda a diferenciar El Muertero de las otras obras europeas de Diego es, sin duda alguna, Dante. El laburo de Ginevra es mucho más dinámico que el de Ippoliti y mucho más alejado de la obra de los autores que antes mencioné. Acá se lo nota a unos pasos todavía de llegar la joya visual que es Los dueños de la tierra, pero sin duda ya era en ese entonces una de las joyas de su generación. Gracias a él podemos ver como es está ciudad del Plata sin mucho esfuerzo, una o dos viñetas y ya sabemos todo lo que hay que saber de cómo luce y se siente. Bajo su trazo siento que es una ciudad que me gustaría visitar unos días pero no vivir ahí, me sentiría agobiado y aplastado, sin mucho aire. Eso sí, la paleta de colores le quedó muy oscura y eso arruina un poco el clima y a veces hasta la narrativa. Conozco la historia detrás de esto, pero como dice algún tipo en Hollywood, las excusas no se filman.
En fin, El Muertero Zabaleta es entretenimiento puro, acción y un choclazo de dialogo que por suerte es sobre un tema que me súper interesa, tal vez para otros sea más pesado que para mí. No pretende ser más que eso y a mí me deja más que conforme.
1 comentario:
Muy buena la reseña, nunca leí nada de ellos dos, tengo pendientes varias de sus obras que compró mi hermano. ¡Saludos!
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